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Sedentarismo y vida activa. Impacto sobre el Estado Nutricional y la Salud en adultos

– Autores:

González-Gross
Grupo de Investigación ImFINE. Departamento de Salud y Rendimiento Humano. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte-INEF. Universidad Politécnica de Madrid. CIBERobn (Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición CB12/03/30038), Instituto de Salud Carlos III, Spain. CIBER.

Valtueña
Grupo de Investigación ImFINE. Departamento de Salud y Rendimiento Humano. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte-INEF. Universidad Politécnica de Madrid.

Cañada
CIBERobn (Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición CB12/03/30038), Instituto de Salud Carlos III, Spain. CIBER.

Resumen
Las alarmantes cifras de sobrepeso y obesidad que afectan a la mayoría de los países desarrollados y en vías de desarrollo han dirigido desde hace tiempo la atención de expertos e instituciones a intentar frenar este problema hacia el estudio de las conductas diarias en relación a la actividad física y el sedentarismo. Para la mayoría de ciudadanos las horas dedicadas a realizar un esfuerzo físico durante el desarrollo de su actividad profesional, en el hogar o al desplazarse de un lugar a otro son mínimas. Por el contrario, la inactividad física se posiciona como el cuarto factor de riesgo de mortalidad por enfermedad no transmisible y una persona que no sea suficientemente activa incrementa en un 20 a 30% el riesgo de morir por cualquier causa según la OMS. El problema por tanto tiene una doble vertiente, por un lado no practicar ejercicio conlleva que no disfrutemos de los beneficios que conlleva su práctica, y por otro lado porque el conocimiento actual apunta a que los efectos fisiológicos de la inactividad física sobre el organismo no son meramente el reverso de los efectos positivos que ocasiona realizar ejercicio. Por tanto, hay que combatir la falta de realizar actividad física y el exceso de sedentarismo por separado.
Las recomendaciones actuales de la OMS para adultos (incluidos los mayores de 65 años) son de al menos 150 minutos/semana de una actividad física aeróbica de intensidad de moderada a vigorosa, al menos dos días de entrenamiento de la fuerza y en los mayores ejercicios para mantener el equilibrio y la coordinación. A falta de unas recomendaciones oficiales se debe romper las conductas sedentarias cada 30 minutos, al menos levantándose de la silla y andando 1 minuto, y no acumular muchas horas seguidas en una conducta sedentaria como puede ser estar sentado.
En el artículo se profundiza en los mecanismos fisiopatológicos que explica los beneficios de la actividad física y los perjuicios del sedentarismo en la mayoría de las enfermedades no transmisibles (hipercolesterolemia, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, cáncer, sarcopenia, enfermedades neurológicas) y no solo en la obesidad, cuya relación es más incierta. De hecho, se puede tener cierto sobrepeso, tener buena condición física y estar metabólicamente sano. Los autores abogan por que la actividad física se introduzca en atención primaria como herramienta preventiva y terapéutica, que sin ser una panacea, contribuye a un mejor estado de salud y a una mayor calidad de vida. Los profesionales de las Ciencias del Deporte deben formar parte del equipo multidisciplinar encargado de supervisar los programas de actividad física y de entrenamiento para los distintos sectores de la población.

Abstract
The alarming data on overweight and obesity that affect most of developed and developing countries have focused since many years ago the attention of experts and institutions trying to stop this problem to the study of daily behaviors of physical activity and sedentarism. For most of the citizens, the hours dedicated to perform physical activity during their professional activity, at home or while commuting from one place to another are very few. By contrast, physical inactivity ranks as the fourth mortality risk factor for nontransmissible disease and, according to the WHO, individuals not sufficiently active increase by 20-30% the risk of dying from any cause. The problem poses two issues: on the one hand, not practicing physical activity implies not enjoying the benefits of exercising; on the other hand, current knowledge shows that the effects of physical inactivity on the body are not merely the other face of the positive effects of exercising. Therefore, the lack of physical activity and the excess of sedentarism should be fought separately.
Current recommendations of the WHO for adults (including those older than 65 years) are at least 150 minutes per week of moderate to vigorous aerobic physical activity, at least two days of strength training and, in the elderly, exercises to maintain the balance and coordination. If it is not possible to comply with the official recommendations, sedentary habits may be broken every 30 minutes, at least by standing up from the chair and walking for one minute, and by not accumulating too many hours of a sedentary behavior, such as being seated.
This paper insights in the pathophysiological mechanism that explains the benefits of physical activity and the detrimental effects of sedentarism in most of the non-transmissible diseases (hypercholesterolemia, hypertension, cardiovascular diseases, cancer, sarcopenia, neurological diseases) and not only in obesity, in which the relationship is more uncertain. In fact, it is possible to be a little overweight, have good physical condition, and being metabolically healthy. The authors advocate for physical activity being introduced in primary care as a preventive and therapeutic tool that, not being a panacea, contributes to better health status and better quality of life. Sport Sciences professionals should be part of a multidisciplinary team in charge of supervising the physical activity and training programs for the different sectors of the population.

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