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¿Cómo enfrentarse a la intolerancia a la lactosa?

– Autores:

Franz Martín1,2 y Genoveva Berná1,2
Departamento de Biología Molecular e Ingeniería Bioquímica, Área de Nutrición y Bromatología. UPO. Sevilla.2 CIBER de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas. Sevilla

Resumen
La lactosa es un disacárido formado por la unión de glucosa y galactosa. Se encuentra, de forma natural, exclusivamente en la leche de los mamíferos y por ende en todos los productos lácteos. Dadas sus propiedades tecnológicas, la industria alimentaria lo usa como ingrediente en la fabricación de varios alimentos. La lactosa es digerida por la enzima b-galactosidasa (lactasa) en las microvellosidades del intestino delgado. La intolerancia a la lactosa se produce por un déficit de lactasa y una incapacidad para digerir la lactosa. Este déficit puede ser primario o secundario a otras enfermedades intestinales. La mayoría de los seres humanos nacen con la capacidad de digerir la lactosa, pero aproximadamente el 70% la pierden al llegar a adulto, debido a una disminución en la expresión de la lactasa. Una incorrecta digestión de la lactasa genera molestias gastrointestinales de diferente magnitud según la cantidad de lactosa que no se ha digerido. Hay una variabilidad en la relación entre los síntomas y la cantidad de lactosa no digerida. Además, el nivel de tolerancia a la lactosa es diferente, por lo que no se puede establecer un umbral único. En general, la mayoría de los intolerantes a la lactosa puede ingerir hasta 12 g de lactosa en una sola toma. Es muy importante un correcto diagnóstico de la misma. El tratamiento pasa por aliviar los síntomas disminuyendo la ingesta de lácteos, pero asegurando el aporte de calcio y vitamina D. Para ello, las opciones que existen son ingerir lácteos fermentados, ingerir los lácteos sin desnatar o con otros alimentos, repartir las ingestas de lácteos en varias tomas diarias, tomar preparados lácteos “sin lactosa” o “bajos en lactosa” o añadir b-galactosidasa a los productos lácteos.

Abstract
Lactose is a disaccharide of glucose and galactose and the primary sugar of mammalian milk. Due to its technological properties lactose is added to many foods and drinks. Ingested lactose is hydrolised by b-galactosidase (lactase) in the microvillus membrane of the enterocytes, of the small bowel. Lactose intolerance is characterized by intestinal lactase deficiency, which results in lactose malabsorption. Lactase deficiency can be primary or secondary to small bowel injury. Most people are born with the ability to digest lactose. Approximately 70% of the world’s population loses this ability at some point, when arriving into adulthood. Undigested lactose can result humain gastrointestinal symptoms. There is considerable intraindividual and interindividual variability in the severity of symptoms, according to the amount of lactose ingested and the person s ability to digest it. Valid evidence is missing for a relationship between symptoms and the amount of lactose ingested. Thus, it is very difficult to establish a particular lactose threshold. The available data indicate that most of individuals diagnosed with lactose intolerance can tolerate 12 g of lactose as a single dose with no or minor symptoms. A proper diagnosis is very important. The common therapeutic approach tends to alleviate the symptoms by reducing or excluding milk and dairy products from the diet. However, it is very important to maintain the consumption of nutrients such as calcium and vitamin D. To overcome these limits, alternative approaches such as ingestion of fermented milk products, ingest full-fat milk, co-ingestion of food together with dairy products, distribution in little meals of daily milk amount, ingest “lactose-free” or “low-lactose” dairy products or add exogenous lactase to milk or solid dairy products can be carried out.

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